Y de repente, otra palabra inglesa
jueves, 12 abril 2012, 19:29
Seguro que has oído tú también la palabra 'downsizing'. Dos cosas se me vienen a la cabeza cada vez que la escucho: primero, que seguimos siendo tan zoquetes como para contaminar nuestro idioma con términos que me recuerdan al billete de dólar o al reloj del Big-Ben, sin que me apetezca recordar ni lo uno ni lo otro. Segundo, su traducción al español: 'reducir el tamaño'.
Los fabricantes de coches la repiten hasta el hartazgo cada vez que presentan a bombo y platillo un nuevo motor. En realidad se lo han ganado; la industria del automóvil está investigando de manera enfermiza para reducir consumos y emisiones y es justo que presuman de sus avances. Pero, ¿nos afecta el 'downsizing'? Sí, por supuesto. Al bolsillo y al corazón.
Por lo pronto, significa que los motores están bajando su cilindrada e incluso reduciendo en algunos casos el bloque a sólo tres cilindros. Pongo un caso práctico: hace sólo dos años un Ford Focus necesitaba cuatro cilindros y 1,6 litros de cubicaje para entregar 115 CV. Ahora, con tres cilindros y sólo 1,0 litros llega a los 125 CV, con la ventaja de que gasta 1,4 litros menos de media. Me tomo esta evolución con entusiasmo, la verdad. Y no por la ventaja incontestable de las cifras, sino porque jamás me gustaron los aburridísimos motores 1.600 atmosféricos. Eran y son como una novia guapa pero sin chispa, como sentarte a la mesa y encontrarte que de cena tienes un plato de sopa sin sal. Recrea la vista la primera y alimenta el segundo, pero pronto te vienen a la mente otras chicas y otros platos.
La chispa y la sal de los nuevos motores son los turbocompresores. No consiguen que volemos sobre el asfalto, porque soplan a bajas presiones para garantizar que nos llegará antes el cansancio por el coche que la avería. La cosa va de que se destape una más que decente cifra de par motor al primer pisotón y de que al acelerar sintamos algo parecido a una patada en la espalda, aunque sea pequeña. Nada más.
Como en todo, asoma una contrapartida. Es muy posible que, entusiasmado por la agradable respuesta, vayas dejando caer un poco más el pedal derecho de lo debido, de forma que el ahorro en consumos que buscabas no se produzca. Para ello hay una solución para la que propongo un nombre: 'relaxdriving'. ¡Joder. Ya se me ha vuelto a colar el puñetero inglés!